Vivimos ahora en el siglo 21, en el siglo del progreso informático, en el siglo en el que se pueden curar casi todas las enfermedades. Cada día ganamos más tiempo: por ejemplo, podemos llegar a otro continente en solo cuatro horas.
En este siglo podemos comunicarnos sin problemas a pesar de la distancia que pueda haber entre dos personas, pero ha cambiado la forma de la comunicación, por ejemplo, en vez de recibir las cartas tradicionales ahora recibimos e-mails. Y también aparecieron los sms, la ventaja de los cuales consiste en que se puede meter una información muy grande en palabras muy cortas.
Todas estas cositas nuevas –y quién lo duda, maravillosas- son la causa de la muerte del género epistolar.
¿Cuanto tiempo hace que recibió usted una carta escrita al modo tradicional, donde está puesto el sello, la dirección y donde está escrito a mano el nombre y el apellido del emisor? Creo, que o ha pasado mucho tiempo o que usted nunca ha recibido algo parecido. En mi opinión, su respuesta va a servir como prueba de que el género epistolar está en crisis.
Ahora bien, cuando recibimos una carta podemos sentir el alma del que la ha enviado, tocarla, porque la carta tiene "un pedazo" de esa persona; así es como las cartas "vivas" guardan el espíritu del emisor.
En nuestro tiempo estamos acostumbrados a recibir un correo electrónico o un sms y nadie quiere perder tiempo escribiendo una carta con sus propias manos, porque el tiempo es oro.
